sábado, 18 de agosto de 2012

LA DOLORES DE CALATAYUD

LA DOLORES DE CALATAYUD


Texto del Tríptico editado en 2008. (Agotado).

 

 

LA LEYENDA


         Pretender plasmar en unas líneas la esencia, la magnitud y el alcance de una leyenda universal, vibrante, especialmente atractiva por la magia que irradia y aderezada, además, por el morbo de una copla conocida en todo el mundo, es una tarea harto difícil.
            El germen de esta leyenda es una copla anónima, surgida en Calatayud, que impulsada por la labor creativa de dramaturgos, compositores, novelistas, cineastas, escritores, músicos, poetas..., y con la imprescindible aportación y colaboración popular, de un arroyo minúsculo, al discurrir por el amplio escenario del mundo, se ha convertido en un caudaloso río que vuelve a su lugar de origen, a Calatayud, con el cuño de la universal aceptación y el tesoro-regalo de un patrimonio cultural único y de una magnitud extraordinaria.
         La versión más conocida de la leyenda, recoge la ingenuidad de una moza honesta y caritativa que está empleada como sirvienta en una posada de Calatayud. Había sido seducida en Daroca por un barbero llamado Melchor, quien la abandonó y se fue a Calatayud. La Dolores, que le ama, va en pos de él. Melchor la rechaza y va a casarse con una rica heredera. Dolores busca un hombre que la defienda y vengue su honor mancillado. La pretenden un mercader ricachón, Patricio; y un sargento dicharachero y petulante. De ella se enamora locamente el seminarista Lázaro, sobrino de la Gaspara, la posadera. Lázaro sufre cuando requiebran a la Dolores. En la disputa por conseguir su amor, ceden Patricio y Rojas. Y en la lucha final que sostienen Lázaro y Melchor, este último muere de una puñalada en el corazón.
         Este es el argumento ficticio del drama de Feliú y Codina y de la ópera mundialmente famosa de Bretón, que se desarrollan en la antigua “Posada de San Antón”, convertida literariamente en “Mesón de la Gaspara” y, desde hace un siglo conocida como “Mesón de la Dolores”. Es un notable palacio del siglo XV ¾quizás el edificio civil más antiguo de Calatayud¾ entre cuyos muros, bajo el arco empedrado del patio y las galerías voladizas, junto a las rejas de las ventanas y el brocal del pozo, es posible que estuviese la Dolores real; pero, en cualquier caso, entre estas paredes se encierra todo el poder de sugestión, de evocación, de misterio y de fábula capaces de engendrar un mito.

LA REALIDAD


         María de los Dolores Peinador Narvión, nació en Calatayud el 13 de mayo de 1819, recibiendo el bautizo en la parroquia de San Juan el Real. Fueron sus padres Don Blas, un apuesto teniente de los Reales Ejércitos, abogado de la Audiencia y de los Reales Consejos, natural de Rivadavia (Orense); y su madre Doña Delfina Manuela, que pertenecía a una de las más distinguidas familias bilbilitanas.
         En 1825, nombraron a D. Blas Alcalde-Mayor de Daroca, y dos años después falleció en esta ciudad su esposa, dejando una cuantiosa herencia a Dolores y a sus dos hermanos, Casiano y Amalia. Don Blas contrajo nuevas nupcias; ejerció durante tres años, a partir de 1832, como Alcalde-Mayor de Gerona y, posteriormente, como Juez de Primera Instancia. Al parecer se desentendió de los hijos de su primer matrimonio; iban pasando los años y se resistía a entregarles a éstos la herencia, cuyos bienes administraba.
         Dolores, que poseía una excepcional belleza y apostura ¾alta, rubia, de ojos azules, que más por el señorío de su porte y su gentileza, atraía por la sugestión de su mirada¾, se casó en secreto, en San Miguel de los Navarros, de Zaragoza, en 1839, con Esteban Tovar. Era andaluz, de Jorairatar (Granada), acababa de dejar el Ejército siendo teniente ayudante del coronel de su Regimiento y, por lo visto, sólo pretendía un patrimonio que todavía no estaba en poder de su esposa.
         Inmediatamente después de la boda, entablo el matrimonio una interminable sucesión de litigios por la posesión de unos bienes que D. Blas se resistía a soltar. Los juicios fueron muy largos, complicados y agrios, pero, por fin la cuantiosa herencia recayó en Dolores y en Tovar, porque sus hermanos les habían vendido su parte. Mas no pudieron disfrutar mucho tiempo de ella, pues debido a los enormes gastos que les ocasionó el conseguirla; a la afición al juego y a la vida irregular y licenciosa que se atribuye a Tovar ¾y cabe suponer que algo le ayudaría con sus dispendios Dolores¾, el caso es que tuvieron que ir vendiendo sus propiedades, cuyo valor puede estimarse en más de seis millones de euros actuales, y se quedaron poco menos que en la miseria.
         Desde que se casaron hasta mediados del siglo vivieron en Calatayud y tuvieron cuatro hijos, Enrique, Amalia, Manuel y Emilia Cruz. Tovar ejerció como secretario del Ayuntamiento, y durante algún tiempo fue uno de los mayores contribuyentes de la ciudad. Pero de gozar de la máxima categoría social, pasaron a verse denigrados e ir en lenguas por culpa de la famosa copla que el pueblo inventó, acaso con motivo de la vida irregular que llevaba Dolores. Con esta copla anónima, que se expandió por todos los ámbitos, comenzó a forjarse la fama de la Dolores.
         Hacia 1850, con el patrimonio muy mermado y no encontrándose a gusto en Calatayud, trasladaron definitivamente su residencia a Madrid. Primero vivieron en la calle de la Ballesta. En 1860 nació Casilda Enriqueta en la calle Cruz Verde, 20. En 1890, Dolores, ya viuda, vivía en la calle Jardines, 12, con su hijo Esteban, que había nacido en la Villa y Corte en 1857. La última etapa de su vida en Madrid transcurrió en muy especiales circunstancias y abandonada de los suyos. Dolores falleció el 12 de agosto de 1894, en el Palacio de los Marqueses de Altamira, situado en la calle Flor Alta, 8, bajo, y fue enterrada en una tumba de caridad en el Cementerio de la Almudena.
         Dolores fue una extraordinaria mujer, y como tal, sujeta a las leyes de la vida, con sus altibajos, con sus grandezas y debilidades. Le toco vivir en una época conflictiva, llena de rencores colectivos y de intransigencias. Su propia vida estuvo mediatizada por la ambición de un padre y un marido que se disputaron su herencia. Y poco importa, a estas alturas, que diese pie, con mayor o menor fundamente, a que le sacasen la infamante copla de doble sentido.
         Ahora bien, por más que fuese Dolores Peinador protagonista de hechos singulares, destacados y, si se quiere, escandalosos, al no tener éstos relevancia histórica, su recuerdo se hubiese ido diluyendo, difuminando en el más completo olvido. Pero la copla fue la semilla que propició el nacimiento de “La Dolores” y de su Leyenda. Y Dolores Peinador, se transformó, desapareció,  convirtiendo paulatinamente en un ser legendario, en un mito que ha dejado de pertenecer únicamente a Calatayud al ser ya patrimonio universal.


EXTRAORDINARIO PATRIMONIO CULTURAL
GENERADO POR “LA DOLORES

         Produce asombro el cuantioso, variado y rico patrimonio cultural que ha surgido en torno a este mítico personaje. A tenor de las últimas investigaciones, su número sobrepasa las doscientas obras, algunas de excepcional calidad.
         Entre las composiciones musicales con el título de “Dolores” destacan Sinfonía, de Mariano Obiols (1867); Tanda de valses, de Emile Waldteufel (1880); Serenata, de Carosio (1916); “Coplas de la Dolores”, de Bretón (1917); Poema Sinfónico “Una noche en Calatayud”, de Pablo Luna (1924); Marcha española, de José Sentís (1927); y Vals de Rampaldi (1930).
         La primera película sobre “La Dolores”, de Fructuoso Gelabert y Enrique Gimeno se filmó en 1908; y a ella le siguieron las versiones de Maximiliano Thous (1923); de Florián Rey, con Conchita Piquer (1939); “la copla de la Dolores”, de Benito Perojo, con Imperio Argentina (1947), y ”Alma Aragonesa”, de José Ochoa, con Lilián de Celis (1961).
         De las muchas obras teatrales creadas, destacan: El drama de Felíu y Codina (1892); “Dolores...  de cabeza o El colegial atrevido”, parodia de Granés, música de Arnedo (1895); “Doloretes”, boceto lírico dramático de Arniches, música de Vives y Quislant (1901); “La hija de la Dolores”, glosa dramática, de Fernández Ardavín (1927), “Si vas a Calatayud”, zarzuela de César de Haro y el maestro Esquembre (1932); y “Lo que fue de la Dolores”, comedia dramática, de Acevedo (1933).
         Novelas: “La María”, de Darío Pérez, inédita (1895): “La Dolores. Historia de una copla”, de Felíu y Codina (¿1897); “Dolores o La moza de Calatayud”, de Álvaro Carrillo (1900); y “Calatayud ¾una ilusión¾ o La copla de la Dolores”, de Elías Filpi Labruna (1984).
         Numerosas son las composiciones musicales y canciones que se han creado. La obra más conocida, que sigue en el candelero como el primer día, es sin duda, el pasodoble “Si vas a Calatayud”, de Salvador Valverde y Ramón Zarzoso (1944): también fueron muy populares en su momento las canciones “¡Pobre Dolores!” (1920), de Montero, música de Zamacois, y “Mesonera de Aragón” (1960), interpretada por los “Xey”.
         Pero el mayor conocimiento, proyección y consolidación de la leyenda a nivel universal sea debido a su incorporación al mundo de la lírica. A la ópera de Bretón, la más representada (Madrid, 1985), se unen las de Auteri Manzocchi (Florencia, 1875); la ópera cómica de Desiré Henri Prys (Turnai, 1883); la ópera de André Pollonais (Niza, 1897); el mimodrama musical de Adams y de Sentís (Marsella, 1912); la opereta de Robert Stloz (Budapest, 1919); la ópera de Germaine Tailleferre (París, 1950); el “roman musical” de Michel Maurice Lèvy, libreto de Louise Marión, basado en la novela “Flor de mayo”, de Blasco Ibáñez (París, 1952); y el ballet lírico dramático “¿Quién fue la Dolores?” (1994), interpretado por Baluarte Aragonés, con la colaboración de Antonio Sánchez Portero y dirección de José Miguel Pamplona.
         Y han contribuido decisivamente a actualizar y potenciar este tema los libros de Antonio Sánchez Portero “La Dolores: un misterio descifrado (1987), agotado; “La Dolores.- Algo más que una leyenda” (1998); “La Dolores en coplas, canciones y poemas” (2001); y la obra dramática en cuatro actos “Dolores, la de Calatayud” (2006, estrenada en Calatayud y en Zaragoza), en la que la vida de Dolores Peinador escenificada en su casa natal, en el Mesón y en Madrid, confluye y se funde con la Dolores de la leyenda.
         En Internet, sobre “La Dolores de Calatayud, en la web:
http://ladolores.net  creada y diseñada por Alberto José Sánchez Gracia, donde se expone de manera dinámica todo lo relacionado con este  legendario personaje,
y también en   http://www.ladolores.blogspot.com   

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