sábado, 18 de agosto de 2012

LA DOLORES DE CALATAYUD

LA DOLORES DE CALATAYUD


Texto del Tríptico editado en 2008. (Agotado).

 

 

LA LEYENDA


         Pretender plasmar en unas líneas la esencia, la magnitud y el alcance de una leyenda universal, vibrante, especialmente atractiva por la magia que irradia y aderezada, además, por el morbo de una copla conocida en todo el mundo, es una tarea harto difícil.
            El germen de esta leyenda es una copla anónima, surgida en Calatayud, que impulsada por la labor creativa de dramaturgos, compositores, novelistas, cineastas, escritores, músicos, poetas..., y con la imprescindible aportación y colaboración popular, de un arroyo minúsculo, al discurrir por el amplio escenario del mundo, se ha convertido en un caudaloso río que vuelve a su lugar de origen, a Calatayud, con el cuño de la universal aceptación y el tesoro-regalo de un patrimonio cultural único y de una magnitud extraordinaria.
         La versión más conocida de la leyenda, recoge la ingenuidad de una moza honesta y caritativa que está empleada como sirvienta en una posada de Calatayud. Había sido seducida en Daroca por un barbero llamado Melchor, quien la abandonó y se fue a Calatayud. La Dolores, que le ama, va en pos de él. Melchor la rechaza y va a casarse con una rica heredera. Dolores busca un hombre que la defienda y vengue su honor mancillado. La pretenden un mercader ricachón, Patricio; y un sargento dicharachero y petulante. De ella se enamora locamente el seminarista Lázaro, sobrino de la Gaspara, la posadera. Lázaro sufre cuando requiebran a la Dolores. En la disputa por conseguir su amor, ceden Patricio y Rojas. Y en la lucha final que sostienen Lázaro y Melchor, este último muere de una puñalada en el corazón.
         Este es el argumento ficticio del drama de Feliú y Codina y de la ópera mundialmente famosa de Bretón, que se desarrollan en la antigua “Posada de San Antón”, convertida literariamente en “Mesón de la Gaspara” y, desde hace un siglo conocida como “Mesón de la Dolores”. Es un notable palacio del siglo XV ¾quizás el edificio civil más antiguo de Calatayud¾ entre cuyos muros, bajo el arco empedrado del patio y las galerías voladizas, junto a las rejas de las ventanas y el brocal del pozo, es posible que estuviese la Dolores real; pero, en cualquier caso, entre estas paredes se encierra todo el poder de sugestión, de evocación, de misterio y de fábula capaces de engendrar un mito.

LA REALIDAD


         María de los Dolores Peinador Narvión, nació en Calatayud el 13 de mayo de 1819, recibiendo el bautizo en la parroquia de San Juan el Real. Fueron sus padres Don Blas, un apuesto teniente de los Reales Ejércitos, abogado de la Audiencia y de los Reales Consejos, natural de Rivadavia (Orense); y su madre Doña Delfina Manuela, que pertenecía a una de las más distinguidas familias bilbilitanas.
         En 1825, nombraron a D. Blas Alcalde-Mayor de Daroca, y dos años después falleció en esta ciudad su esposa, dejando una cuantiosa herencia a Dolores y a sus dos hermanos, Casiano y Amalia. Don Blas contrajo nuevas nupcias; ejerció durante tres años, a partir de 1832, como Alcalde-Mayor de Gerona y, posteriormente, como Juez de Primera Instancia. Al parecer se desentendió de los hijos de su primer matrimonio; iban pasando los años y se resistía a entregarles a éstos la herencia, cuyos bienes administraba.
         Dolores, que poseía una excepcional belleza y apostura ¾alta, rubia, de ojos azules, que más por el señorío de su porte y su gentileza, atraía por la sugestión de su mirada¾, se casó en secreto, en San Miguel de los Navarros, de Zaragoza, en 1839, con Esteban Tovar. Era andaluz, de Jorairatar (Granada), acababa de dejar el Ejército siendo teniente ayudante del coronel de su Regimiento y, por lo visto, sólo pretendía un patrimonio que todavía no estaba en poder de su esposa.
         Inmediatamente después de la boda, entablo el matrimonio una interminable sucesión de litigios por la posesión de unos bienes que D. Blas se resistía a soltar. Los juicios fueron muy largos, complicados y agrios, pero, por fin la cuantiosa herencia recayó en Dolores y en Tovar, porque sus hermanos les habían vendido su parte. Mas no pudieron disfrutar mucho tiempo de ella, pues debido a los enormes gastos que les ocasionó el conseguirla; a la afición al juego y a la vida irregular y licenciosa que se atribuye a Tovar ¾y cabe suponer que algo le ayudaría con sus dispendios Dolores¾, el caso es que tuvieron que ir vendiendo sus propiedades, cuyo valor puede estimarse en más de seis millones de euros actuales, y se quedaron poco menos que en la miseria.
         Desde que se casaron hasta mediados del siglo vivieron en Calatayud y tuvieron cuatro hijos, Enrique, Amalia, Manuel y Emilia Cruz. Tovar ejerció como secretario del Ayuntamiento, y durante algún tiempo fue uno de los mayores contribuyentes de la ciudad. Pero de gozar de la máxima categoría social, pasaron a verse denigrados e ir en lenguas por culpa de la famosa copla que el pueblo inventó, acaso con motivo de la vida irregular que llevaba Dolores. Con esta copla anónima, que se expandió por todos los ámbitos, comenzó a forjarse la fama de la Dolores.
         Hacia 1850, con el patrimonio muy mermado y no encontrándose a gusto en Calatayud, trasladaron definitivamente su residencia a Madrid. Primero vivieron en la calle de la Ballesta. En 1860 nació Casilda Enriqueta en la calle Cruz Verde, 20. En 1890, Dolores, ya viuda, vivía en la calle Jardines, 12, con su hijo Esteban, que había nacido en la Villa y Corte en 1857. La última etapa de su vida en Madrid transcurrió en muy especiales circunstancias y abandonada de los suyos. Dolores falleció el 12 de agosto de 1894, en el Palacio de los Marqueses de Altamira, situado en la calle Flor Alta, 8, bajo, y fue enterrada en una tumba de caridad en el Cementerio de la Almudena.
         Dolores fue una extraordinaria mujer, y como tal, sujeta a las leyes de la vida, con sus altibajos, con sus grandezas y debilidades. Le toco vivir en una época conflictiva, llena de rencores colectivos y de intransigencias. Su propia vida estuvo mediatizada por la ambición de un padre y un marido que se disputaron su herencia. Y poco importa, a estas alturas, que diese pie, con mayor o menor fundamente, a que le sacasen la infamante copla de doble sentido.
         Ahora bien, por más que fuese Dolores Peinador protagonista de hechos singulares, destacados y, si se quiere, escandalosos, al no tener éstos relevancia histórica, su recuerdo se hubiese ido diluyendo, difuminando en el más completo olvido. Pero la copla fue la semilla que propició el nacimiento de “La Dolores” y de su Leyenda. Y Dolores Peinador, se transformó, desapareció,  convirtiendo paulatinamente en un ser legendario, en un mito que ha dejado de pertenecer únicamente a Calatayud al ser ya patrimonio universal.


EXTRAORDINARIO PATRIMONIO CULTURAL
GENERADO POR “LA DOLORES

         Produce asombro el cuantioso, variado y rico patrimonio cultural que ha surgido en torno a este mítico personaje. A tenor de las últimas investigaciones, su número sobrepasa las doscientas obras, algunas de excepcional calidad.
         Entre las composiciones musicales con el título de “Dolores” destacan Sinfonía, de Mariano Obiols (1867); Tanda de valses, de Emile Waldteufel (1880); Serenata, de Carosio (1916); “Coplas de la Dolores”, de Bretón (1917); Poema Sinfónico “Una noche en Calatayud”, de Pablo Luna (1924); Marcha española, de José Sentís (1927); y Vals de Rampaldi (1930).
         La primera película sobre “La Dolores”, de Fructuoso Gelabert y Enrique Gimeno se filmó en 1908; y a ella le siguieron las versiones de Maximiliano Thous (1923); de Florián Rey, con Conchita Piquer (1939); “la copla de la Dolores”, de Benito Perojo, con Imperio Argentina (1947), y ”Alma Aragonesa”, de José Ochoa, con Lilián de Celis (1961).
         De las muchas obras teatrales creadas, destacan: El drama de Felíu y Codina (1892); “Dolores...  de cabeza o El colegial atrevido”, parodia de Granés, música de Arnedo (1895); “Doloretes”, boceto lírico dramático de Arniches, música de Vives y Quislant (1901); “La hija de la Dolores”, glosa dramática, de Fernández Ardavín (1927), “Si vas a Calatayud”, zarzuela de César de Haro y el maestro Esquembre (1932); y “Lo que fue de la Dolores”, comedia dramática, de Acevedo (1933).
         Novelas: “La María”, de Darío Pérez, inédita (1895): “La Dolores. Historia de una copla”, de Felíu y Codina (¿1897); “Dolores o La moza de Calatayud”, de Álvaro Carrillo (1900); y “Calatayud ¾una ilusión¾ o La copla de la Dolores”, de Elías Filpi Labruna (1984).
         Numerosas son las composiciones musicales y canciones que se han creado. La obra más conocida, que sigue en el candelero como el primer día, es sin duda, el pasodoble “Si vas a Calatayud”, de Salvador Valverde y Ramón Zarzoso (1944): también fueron muy populares en su momento las canciones “¡Pobre Dolores!” (1920), de Montero, música de Zamacois, y “Mesonera de Aragón” (1960), interpretada por los “Xey”.
         Pero el mayor conocimiento, proyección y consolidación de la leyenda a nivel universal sea debido a su incorporación al mundo de la lírica. A la ópera de Bretón, la más representada (Madrid, 1985), se unen las de Auteri Manzocchi (Florencia, 1875); la ópera cómica de Desiré Henri Prys (Turnai, 1883); la ópera de André Pollonais (Niza, 1897); el mimodrama musical de Adams y de Sentís (Marsella, 1912); la opereta de Robert Stloz (Budapest, 1919); la ópera de Germaine Tailleferre (París, 1950); el “roman musical” de Michel Maurice Lèvy, libreto de Louise Marión, basado en la novela “Flor de mayo”, de Blasco Ibáñez (París, 1952); y el ballet lírico dramático “¿Quién fue la Dolores?” (1994), interpretado por Baluarte Aragonés, con la colaboración de Antonio Sánchez Portero y dirección de José Miguel Pamplona.
         Y han contribuido decisivamente a actualizar y potenciar este tema los libros de Antonio Sánchez Portero “La Dolores: un misterio descifrado (1987), agotado; “La Dolores.- Algo más que una leyenda” (1998); “La Dolores en coplas, canciones y poemas” (2001); y la obra dramática en cuatro actos “Dolores, la de Calatayud” (2006, estrenada en Calatayud y en Zaragoza), en la que la vida de Dolores Peinador escenificada en su casa natal, en el Mesón y en Madrid, confluye y se funde con la Dolores de la leyenda.
         En Internet, sobre “La Dolores de Calatayud, en la web:
http://ladolores.net  creada y diseñada por Alberto José Sánchez Gracia, donde se expone de manera dinámica todo lo relacionado con este  legendario personaje,
y también en   http://www.ladolores.blogspot.com   
Noticias en 1997 sobre:
L A   D O L O R E S

Basándose en una copla anónima “Si vas a Calatayud/ pregunta por la Dolores,/ que es una chica muy guapa/ y amiga de hacer favores.” Que oyó  a  un ciego en la estación de Binéfar, Felíu y Codina creó el personaje literario, popularizado por Bretón con su famosa ópera. Este personaje, conocido en todo el mundo, es imaginario. Pero la copla en que se inspiró Felíu, surgida en Calatayud a mediados del siglo XIX, es real.
Fue el periodista bilbilitano Darío Pérez quien desveló la existencia de una Dolores de carne y hueso que propició la creación de la copla, aunque adjudicándole a esta mujer una identidad ficticia y un lugar de origen confuso, pensando así que salvaguardaba el honor de su pueblo, al creer que estaba en entredicho por la fama de la Dolores. Él mismo impulsó la “Fiesta-Homenaje en desagravio a la mujer bilbilitana”, que se celebró en 1924.
Antonio Sánchez Portero, tras una larga investigación, ha descubierto la verdadera identidad de la mítica Dolores: María de los Dolores Peinador Narvión, nacida en Calatayud el 13 de mayo de 1819. Fueron sus padres D. Blas, un gallego, teniente, abogado, magistrado, alcalde de Daroca y de Gerona; y Dª Delfina Manuela, que pertenecía a una de las más distinguidas familias bilbilitanas. Al morir la madre (1927) dejó una cuantiosa herencia. El padre contrajo nuevo matrimonio dos años después.
La vida de Dolores fue apasionante y fuera de lo común. En 1839 se casó en secreto con el ex teniente Esteban Tovar, andaluz de Jorairata, quien más que su extraordinaria hermosura, pretendía su dinero. A partir de este momento, comenzó una interminable sucesión de litigios por la posesión de unos bienes que D. Blas se resistía a soltar. Los juicios fueron muy complicados y agrios, pero, por fin, el total de la herencia (más de cien millones de pesetas) recayó en Dolores y en Tovar, aunque fue este último quien se encargó de dilapidarla por la vida licenciosa e irregular que llevaba.
En Calatayud, donde tuvieron cuatro hijos, vivieron hasta 1850. Arruinados y empujada Dolores por la copla, se trasladaron a Madrid, donde aumentaron su familia con dos nuevos hijos. Sánchez Portero ha encontrado su rastro en la Villa y Corte y localizado cuatro domicilios en los que residió Dolores, quien murió en esta capital. El fruto de su investigación, con sorprendentes revelaciones, se recoge en un libro “LA DOLORES. Algo más que una leyenda”, que estará publicado antes de que finalice 1997.
Una historia tan compleja en la que se entremezclan la fantasía con la realidad, es difícil resumirla en unas pocas líneas; y lo que menos deber importar es si Dolores hizo o no favores. Lo verdaderamente transcendental es el copioso, variado y rico patrimonio cultural que ha generado. Un patrimonio, sin parangón en la Literatura y en la Música universales, compuesto, por el momento, (no se descarta la posibilidad de encontrar nuevas obras) por 7 óperas; más de 20 obras dramáticas; 5 películas; 4 novelas, una de ellas con más de 2.000 páginas; y más de 50 títulos de composiciones musicales, como valses, sinfonías, marchas, pasodobles, fox-trot, canciones...
El renacimiento del mito ha dado lugar al estreno de la obra de Baluarte Aragonés “¿Quién fue la Dolores?” (1994); a la Exposición Antológica sobre la Dolores, organizada por la Asociación Cultural que lleva su nombre en 1996; y a la rehabilitación del “Mesón de la Dolores” para ser convertido en una Hospedería (con tienda, restaurante, cafetería y Museos de la Dolores y Etnográfico) que está previsto sea inaugurada en 1999.
Este edificio, antigua posada de “San Antón”, un palacio aragonés del siglo XVI, cuyo patio con el arco es una postal universal, fue el escenario escogido por Felíu y Codina para que viviese sus peripecias la Dolores legendaria, que a decir verdad, es más real y ha calado más hondamente en el pueblo que aquella Dolores Peinador que paseara su palmito por Calatayud y tanto y tanto diera que hablar...
BIBLIOGRAFÍA: “La Dolores: un misterio descifrado”, Calatayud, 1987. “La Dolores. Algo más que una leyenda” (en prensa).
Escrito antes de la publicación del libro
LA DOLORES. Algo más que una leyenda (1998)

UNA  LEYENDA  UNIVERSAL :

L A    D O L O R E S

Los mitos universales no se crean así como así. Su nacimiento, consolidación y difusión obedece a poderosas razones que en muchos casos permanecen ocultas. El mito o leyenda de “La Dolores” no es una excepción. Surgió a partir de una copla anónima de ambiguo significado, con una clara tendencia a la mordacidad. Pero la copla, con ser un elemento importante, no lo era todo, ni mucho menos. En torno a ella, insuflándole alma, estaba la vida apasionante y extraordinaria de una mujer que durante muchos lustros permaneció oculta bajo una profunda nebulosa legendaria.
Descubrir la personalidad de esta mujer, de cuya existencia se dudaba, era el primer paso. Luego han ido aflorando diversas manifestaciones artísticas  ¾musicales, dramáticas, líricas y literarias¾ que su huella ha impulsado a crear, en una cuantía, variedad y cantidad realmente asombrosas. Y es entonces cuando uno se explica porqué esta popularidad universal no es gratuita.
Después de quince años de trabajo, he podido unir a la de Bretón las óperas de Auteri Manzocchi (Florencia, 1875), de André Pollonnais (Niza, 1897), la ópera cómica de Henri Prys (Tournai, 1883), el mimodrama musical de Adams y de Sentís (Marsella, 1912), la opereta de Robert Stloz (Budapest, 1919) y la ópera de Germaine Tailleferre (París, 1950).
Las zarzuelas y obras dramáticas que he localizado son más de veinte. Y si a estas se unen cuatro novelas (una de ellas de 2.000 páginas), media docena de películas y un impresionante montón de sinfonías, valses, marchas, serenatas, pasodobles y hasta un fox-trot, nos encontramos con un patrimonio cultural inigualable que realza aún más, si cabe, el valor de una leyenda conocida en todo el mundo. Por ello, en feliz expresión de Alfonso Asensio Becerril, acuñada en el prólogo de mi nuevo libro, “La Dolores” es el Documento Internacional de Identidad de Calatayud.
Pues bien, todo este cúmulo de obras tan dispares y, muchas de ellas, de excepcional categoría, han sido propiciadas por una mujer: por la Dolores de la copla. Hasta hace muy poco se creía que este personaje era imaginario, con montones de letra impresa que así lo aseveraban, hecha la salvedad de la opinión expresada por el notable periodista Darío Pérez (1872-1945), quien dejó algunas pistas sin soltar prenda.
Con la ayuda extraordinaria de estos apuntes, aunque partiendo de cero, logré desvelar la identidad de la mujer que fue cantada en la famosa copla, una copla anónima que ha recorrido el mundo. El fruto de mi investigación lo recogí en el libro “La Dolores: un misterio descifrado”, publicado en 1987 y ya agotado. Desde esa fecha, he continuado la labor, logrando reunir, de diversos archivos, centenares de fotocopias con valiosísimos y sorprendentes datos, que muy pronto serán dados a conocer en un nuevo libro, ya concluido y a punto para la imprenta.
La Dolores”, Dolores Peinador Narvión, nació en Calatayud el 13 de mayo de 1819. Su padre, don Blas, era gallego, militar y abogado. Su madre, Manuela, una distinguida joven bilbilitana. En 1825 nombraron a don Blas Alcalde-Mayor de Daroca. En 1827 fallece en esta ciudad doña Manuela. En 1929, don Blas contrae nuevas nupcias, y continúa viviendo en Daroca con sus hijos hasta 1832.
Todos estos datos figuran en el libro citado. Luego he sabido que doña Manuela dejó una cuantiosa herencia a Dolores y a sus hermanos, y que don Blas, como tutor de sus hijos menores, se encargó de administrar. En 1832 fue designado Alcalde-Mayor de Gerona, cargo que desempeñó durante tres años. Ejerció también como Juez de Primera Instancia. La historia es larga, compleja y asombrosa. Procuraré resumirla en unas líneas:
En 1839, Dolores, contra la voluntad de su padre, se casa en secreto con Esteban Tovar en la iglesia de San Miguel de los Navarros, de Zaragoza. A partir de este momento comienza una interminable sucesión de litigios por la posesión de la herencia, que don Blas se resiste a soltar y pretende el Tovar. Mientras Dolores se encuentra entre la espada de los agravios y la pared de la indiferencia y el desamor, y es posible que buscara fuera del hogar el calor que le faltaba, dando pábulo a la creación de la copla.
Después de muchos avatares, he encontrado las huellas de Dolores Peinador en Madrid, donde tuvo dos hijos, además de los cuatro que le nacieron en Calatayud. En el nuevo libro ofreceré amplia información de la vida y milagros de este singular personaje. Todo lo que se pueda imaginar se queda pálido ante las apasionantes vivencias de esta mujer que ha alcanzado el rango de la inmortalidad. Una mujer que, al convertirse en legendaria, ha dejado de ser patrimonio único de la ciudad que la vio nacer y, muy pronto, se proyectará con renovado vigor a todos los ámbitos, a través del recuperado “Mesón de la Dolores”, sin ninguna duda, atracción y cita obligada de un turismo multitudinario.

viernes, 17 de agosto de 2012



COPLAS DE LA DOLORES



A Joaquín Hernández Bretón, nieto del compositor, le debo el obsequio del nº 1 de MÚSICA “Album-revista musical”, publicada en Madrid, el 1 de enero de 1917, en la que dedicadas a María Ladvenant, viene la partitura de “Coplas de LA DOLORES, música de Tomás Bretón, con letras de Manuel Linares Rivas y de Fernando Periquet. Por la curiosidad que supone una misma composición con dos letras, y por lo poco o nada conocidas que son éstas, me inclino a transcribirlas:

Primera letra, que corresponde a Linares Rivas:
“Un mal hombre y un mal alma, que por desprecios se queja, vino a cantar a mi reja ¡ay! un maldecido cantar. Y a mi reja ya no hay hombre que con el cantar no llame que sólo con ser infame ya se ha hecho popular. ¡Copla!, ¡copla! , mala copla de un coplero burlador. Ojalá que en los infiernos se vea tu cantador. Si vas a Clatayud, si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores, que es una chica muy guapa y amiga de hacer favores, y amiga de hacer favores, si vas a Calatayud.
Y desde el maldito día que al pie de la reja oí mi copla, que sólo es mía porque viene contra mí, no pasan días seguidos sin que vuelva la canción a sonarme en los oídos y ha herirme en el corazón. Pero tanto y tantas veces con ansia tan verdadera le pedí a Dios que me diera un remedio para mí, que, al fin, como siempre el cielo escucha a quien le suplica, me trajo la Pilarica lo que yo a Dios le pedí.
Un buen hombre, un alma buena de mí se compadeció, fue muy noble y tuvo pena ¡ay! de la pena que me vio. Y con un puñal certero supo ahogar la vil canción, dando al mísero coplero en mitad del corazón.
¡Copla!, ¡copla!, ¡mala copla!, oye otra copla mejor que la misma Pilarica le inspiró a un buen cantador. Si vas a calatayud, si vas a Calatayud no esperes lograr favores, que un hombre hay que responde cuando hablan de la Dolores, cuando hablan de la Dolores, si vas a Calatayud.”

Segunda letra, de Fernando Periquet:
“Si de negro voy vestida y me llamáis la Dolores, pensaréis que mis amores son ¡ay! mi constante dolor, como si a un matraco imbécil, que no logró que le amara, una copla le bastara para quitarme el buen humor. ¡Copla!, ¡copla!, sólo sirves para que en lances de amor, si me buscan dos a un tiempo, que me entienda con los dos.
Vaya pues, no faltaría sino que por tal cantar llorase. ¡Tonta sería si eso hiciese: llorar! Al contrario, si perdida para todo el mundo soy, quiero gozar de la vida y tras de mi fama voy. Que cuando un maño me place no he de esperar petitorios, le miro y sin requilorios digo la Dolores soy; y sólo por ese nombre que el cantar hizo famoso no hallo un hombre melindroso en aceptar lo que doy. Si pensó acaso que la pena me atrastrase hasta morir, mas mi vida es vida buena y así pues da gusto vivir; con esa copla he logrado la reputación mejor, lo que en todos es pecado en mí se llama favor. ¡Copla!, ¡copla!, más valiera que en vez de ensañarte en mí repitieses día y día lo que ahora vas a oír: Igual que en Calatayud, igual que en Calatayud, si buscas ciertos favores en todas partes a cientos encontrarás las Dolores, encontrarás las Dolores, igual que en Calatayud”.

jueves, 16 de agosto de 2012

ENTREVISTA publicada en 2004 en la Revista PATIO DE ARMAS
de la ACADEMIA DE LOGÍSTICA DEL EJÉRCITO
de Calatayud


            ¿A qué se debe su interés por investigar todo lo relacionado con la vida de “La Dolores”?
            ¾Me empujó la curiosidad y, al mismo tiempo, el sentirme molesto por el tono peyorativo que muchos empleaban al hablar de “La Dolores”. Conforme he ido avanzando en la investigación, me he sentido atrapado por este tema, hasta el punto de creer que un impulso especial me empuja a desentrañar todo el complejo mundo que rodea  a este mítico personaje.

            De todas las investigaciones realizadas sobre “La Dolores”, ¿cuál de sus hallazgos le llegó a impactar más?
            ¾Llevo tanto tiempo (más de cuarenta años) y son tantas las intensas emociones vividas que es difícil concretar. Quizá, el momento culminante lo viví la tarde del 20 de julio de 1985, un sábado, cuando localicé la partida de bautismo de Dolores Peinador Narvión, personaje clave, sin cuya existencia no hubiese surgido “La Dolores”.

            Usted ha sido el gran descubridor de “La Dolores”; ¿se puede considerar que al día de hoy ya sabemos todo sobre tan controvertido personaje?
            ¾Se sabe mucho, lo principal. Pero todavía queda algún fleco suelto. Y mi asignatura pendiente es localizar alguna foto (difícil, por no decir imposible) o algún retrato (más factible) de la mujer real, sin cuyo concurso no hubiese podido nacer “La Dolores” legendaria. Tengo una buena pista para llegar a este ansiado retrato.

            ¿Qué ha significado y significa para la ciudad de Calatayud y sus ciudadanos “La Dolores”?
            ¾Para Calatayud, “La Dolores”, es su “Documento Universal de Identidad”. Por “la Dolores” nos conocen en todo el mundo. No hay dinero para pagar esta publicidad. Hasta hace muy pocos años, teníamos que pagar el peaje del sambenito y aguantar sus consecuencias. Con mi trabajo ¾y no está bien que yo lo diga¾ ha cambiado el panorama radicalmente, como de la noche al día, y ahora “La Dolores” es una heroína, reivindicada y aceptada por todos, que se ha convertido, con el restaurado Mesón y su Museo, en un factor muy importante para el desarrollo turístico de nuestra ciudad.

            Después de todo lo que usted ha escrito, ¿tiene algún proyecto in mente, libro o trabajo para un futuro inmediato sobre el tema de “La Dolores?
            ¾En torno a “La Dolores” ha surgido un extraordinario Patrimonio Cultural, compuesto por varios centenares de obras de todo tipo, muchas de gran calidad. Sin este Patrimonio, difícil de igualar en la Literatura y en la Música universales, no podría explicarse el auge y difusión universal de la Leyenda. Analizar y estudiar las obras últimamente descubiertas, y encontrar otras muchas, que estoy seguro existen, me llevará mucho tiempo. Haré lo que pueda, porque creo que estoy predestinado para esta tarea; sin olvidarme de otros libros, como Nueva noticia y antología de poetas bilbilitanos, que espero se publique pronto; así como de que se estrene mi obra dramática en cuatro actos Dolores, la de Calatayud. Trabajar en lo que me gusta me entretiene y, por fortuna, tengo cuerda para rato.

UNA ARAGONESA UNIVERSAL

LA DOLORES

Una aragonesa universal



            El título bien podría ser “La aragonesa más universal”, e incluso “la española”, porque, quizás, ninguna mujer de nuestra nación sea tan conocida en los lugares más recónditos del mundo.
            La Dolores”, asociada con la ciudad de Calatayud, es un personaje legendario, de ficción, literario, que ha generado la creación de centenares de obras de todos los géneros: óperas, dramas, zarzuelas y las más diversas obras teatrales, novelas, películas, ballets, composiciones musicales de todo tipo, canciones, coplas... Sin este cúmulo de obras tan dispares, muchas de gran calidad, surgidas desde hace siglo y medio en los distintos puntos del globo, que configuran un extraordinario Patrimonio Cultural, difícil de igualar en la Literatura y en la Música universales, no se explica el auge y difusión mundial de la Leyenda. Fue como una bola de nieve que ha llegado a adquirir una dimensión fabulosa.
            Pero esta Dolores mítica no hubiese sido posible sin el concurso de una mujer real, de Dolores Peinador Narvión, de padre gallego, militar y abogado; y de madre perteneciente a una de las más distinguidas familias bilbilitanas, que nació en Calatayud, en 1819, y fue bautizada en la iglesia de San Juan el real.
            Hizo posible esta transmutación su excepcional belleza, la cuantiosa fortuna que heredó de su madre, que murió muy pronto; su boda secreta en San Miguel de los Navarros, de Zaragoza, con el ex militar Esteban Tovar; los largos y costosos juicios que emprendió contra su padre (se había vuelto a casar, y tenía otros hijos) para recuperar la herencia que le pertenecía, que volvió a su poder, pero que se encargó de dilapidar su marido; la vida apasionante y apasionada que protagonizó la propia Dolores, que la hicieron acreedora a la copla anónima que le sacaron sus paisanos:

“Si vas a Calatayud
pregunta por la Dolores,
que es una chica muy guapa
y amiga de hacer favores.”

            Esta copla desencadenó el rechazo y la maledicencia popular y se le hizo imposible a Dolores la vida en un lugar donde todos se conocían. Si a esto se añade la ruina económica, porque trece años de ininterrumpidos litigios, aunque se ganen, generan unos gastos cuantiosos que acaban con la mayor fortuna, impulsaron a que, en 1850, Dolores y su marido, que tenían cuatro hijos, se trasladasen a Madrid.
            En esta capital vivieron en la calle de la Ballesta; en la calle Cruz Verde, donde tuvo a su hija Casilda Enriqueta en 1860. Y en 1890, Dolores, viuda, vivía en la calle Jardines con su hijo Esteban, también nacido en Madrid.
            Dolores Peinador, de la que el ilustre periodista bilbilitano Darío Pérez dijo que: “era la admiración de la comarca. Mas bien alta, rubia como la canela, sonrosada de piel, apretada de carnes, ondulado y abundante el cabello, más aún que su belleza atraía el señorío de su porte y más que su gentileza la sugestión de la mirada”; esta Dolores continuó su singular trayectoria vital  hasta que murió en 1894, cuando tenía setenta y cinco años. Falleció en el Palacio de los Marqueses de Altamira, en la calle Flor Alta, situada junto a la Gran Vía. Fue enterrada en el Cementerio de la Almudena, en una tumba de caridad, y transcurridos 10 años, como nadie reclamó sus restos fueron depositados en el osario común.
            Con ser tan extraordinaria la peripecia vital de esta bellísima mujer y las excepcionales circunstancias que la rodearon, si no hubiese sido por algo tan minúsculo como una copla, ahora no estaríamos hablando de una de las leyendas mas conocidas en el mundo. Y se da la paradoja de que esta mujer real, ha sido borrada por "La Dolores”, un personaje de ficción, que se ha convertido en un prototipo de mujer con múltiples facetas, tantas como obras ha sugerido a lo largo de los últimos ciento cincuenta años.

jueves, 9 de agosto de 2012

LA DOLORES DE CALATAYUD




"Si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores..." es una leyenda, es un mito, fue una mujer, Dolores Peinador; y es un fenómeno social y cultural que se escapa del entorno de Calatayud. Es un pasodoble, una ópera, zarzuelas, películas y muchas, muchísimas coplas.
En esta web verás su Fe de Bautismo, el "Mesón de la Dolores" (restaurado en 1999), la Carta Astral de María de los Dolores Peinador Narvión.
El sello que emitió Correos en mayo del 2002 y que incorpora el texto en varios idiomas.
A mediados de noviembre de 2001 se abrió una sección informativa bajo el título de "OPINIÓN" y un año después "SOBRE EL MUSEO", (no exentas de polémica); y ahora en 2005, una recopilación de las noticias ofrecidas con motivo de la inauguración del Museo en 1999, todo esto dentro del entorno de
NOTICIAS DE LA DOLORES Y CALATAYUD.
Que lo disfrutes.