jueves, 16 de agosto de 2012

UNA ARAGONESA UNIVERSAL

LA DOLORES

Una aragonesa universal



            El título bien podría ser “La aragonesa más universal”, e incluso “la española”, porque, quizás, ninguna mujer de nuestra nación sea tan conocida en los lugares más recónditos del mundo.
            La Dolores”, asociada con la ciudad de Calatayud, es un personaje legendario, de ficción, literario, que ha generado la creación de centenares de obras de todos los géneros: óperas, dramas, zarzuelas y las más diversas obras teatrales, novelas, películas, ballets, composiciones musicales de todo tipo, canciones, coplas... Sin este cúmulo de obras tan dispares, muchas de gran calidad, surgidas desde hace siglo y medio en los distintos puntos del globo, que configuran un extraordinario Patrimonio Cultural, difícil de igualar en la Literatura y en la Música universales, no se explica el auge y difusión mundial de la Leyenda. Fue como una bola de nieve que ha llegado a adquirir una dimensión fabulosa.
            Pero esta Dolores mítica no hubiese sido posible sin el concurso de una mujer real, de Dolores Peinador Narvión, de padre gallego, militar y abogado; y de madre perteneciente a una de las más distinguidas familias bilbilitanas, que nació en Calatayud, en 1819, y fue bautizada en la iglesia de San Juan el real.
            Hizo posible esta transmutación su excepcional belleza, la cuantiosa fortuna que heredó de su madre, que murió muy pronto; su boda secreta en San Miguel de los Navarros, de Zaragoza, con el ex militar Esteban Tovar; los largos y costosos juicios que emprendió contra su padre (se había vuelto a casar, y tenía otros hijos) para recuperar la herencia que le pertenecía, que volvió a su poder, pero que se encargó de dilapidar su marido; la vida apasionante y apasionada que protagonizó la propia Dolores, que la hicieron acreedora a la copla anónima que le sacaron sus paisanos:

“Si vas a Calatayud
pregunta por la Dolores,
que es una chica muy guapa
y amiga de hacer favores.”

            Esta copla desencadenó el rechazo y la maledicencia popular y se le hizo imposible a Dolores la vida en un lugar donde todos se conocían. Si a esto se añade la ruina económica, porque trece años de ininterrumpidos litigios, aunque se ganen, generan unos gastos cuantiosos que acaban con la mayor fortuna, impulsaron a que, en 1850, Dolores y su marido, que tenían cuatro hijos, se trasladasen a Madrid.
            En esta capital vivieron en la calle de la Ballesta; en la calle Cruz Verde, donde tuvo a su hija Casilda Enriqueta en 1860. Y en 1890, Dolores, viuda, vivía en la calle Jardines con su hijo Esteban, también nacido en Madrid.
            Dolores Peinador, de la que el ilustre periodista bilbilitano Darío Pérez dijo que: “era la admiración de la comarca. Mas bien alta, rubia como la canela, sonrosada de piel, apretada de carnes, ondulado y abundante el cabello, más aún que su belleza atraía el señorío de su porte y más que su gentileza la sugestión de la mirada”; esta Dolores continuó su singular trayectoria vital  hasta que murió en 1894, cuando tenía setenta y cinco años. Falleció en el Palacio de los Marqueses de Altamira, en la calle Flor Alta, situada junto a la Gran Vía. Fue enterrada en el Cementerio de la Almudena, en una tumba de caridad, y transcurridos 10 años, como nadie reclamó sus restos fueron depositados en el osario común.
            Con ser tan extraordinaria la peripecia vital de esta bellísima mujer y las excepcionales circunstancias que la rodearon, si no hubiese sido por algo tan minúsculo como una copla, ahora no estaríamos hablando de una de las leyendas mas conocidas en el mundo. Y se da la paradoja de que esta mujer real, ha sido borrada por "La Dolores”, un personaje de ficción, que se ha convertido en un prototipo de mujer con múltiples facetas, tantas como obras ha sugerido a lo largo de los últimos ciento cincuenta años.

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