domingo, 28 de abril de 2013


SOBRE EL TRÍPTICO

LA LEYENDA DE LA DOLORES


            Es muy importante, es vital para que se consolide la rehabilitación de “La  Dolores” y, por consiguiente, para que se acentúe la repercusión positiva que esto supone para Calatayud, que se especifique y resalte el Patrimonio Cultural que ha generado, difícil no ya de superar, sino de igualar en la Literatura y en la Música universales.
            Sin este variado y rico patrimonio que he sacado a la luz, no se explica la expansión y el auge universal de la Leyenda. Por tanto, en un Tríptico (o en cualquier otro trabajo) que trate sobre “La Dolores” y su Leyenda, es básico, es imprescindible, hablar de esta faceta. Y hay que dar una relación de obras lo más completa posible, dentro del espacio de que se dispone. Y por ningún concepto se pueden suprimir obras importantes, porque de hacerlo se atenta contra el rigor científico.
            Pues bien, en el momento actual (marzo de 2004), en la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Calatayud, no piensan lo mismo sobre este asunto concreto, e, inexplicablemente, con razones sin rigor, que no resisten el mínimo análisis, se oponen a que se incorporen al principio y al final del capítulo EXTRAORDINARIO PATRIMONIO CULTURAL GENERADO POR "LA DOLORES"  los siguientes párrafos:
            Al principio: “Produce asombro el cuantioso, variado y rico patrimonio cultural que ha surgido en torno a este mítico personaje. A tenor de las últimas investigaciones, su número sobrepasa las doscientas obras.”
            Y al final, después de una relación de las más importantes de dichas obras: “Y han contribuido decisivamente a actualizar y potenciar este tema los libros de Antonio Sánchez Portero: La Dolores: un misterio descifrado (1987), agotado; La Dolores.- Algo más que una leyenda (1998); La Dolores en coplas canciones y poemas (2001); y la obra dramática en cuatro actos Dolores, la de Calatayud, en la que la vida de Dolores Peinador escenificada confluye y se funde con la leyenda.”
            La historia de esta oposición viene arrastrándose desde hace más de tres años cuando, para mejorar y actualizar el Tríptico, solicité autorización para introducir algunos cambios. Uno de ellos consistió en sustituir la torre de San Juan el Real por la portada de uno de mis libros, que contiene una extraordinaria acuarela de la Plaza Mayor de Calatayud en el siglo XIX, del pintor bilbilitano Aurelio Gotor. (Ya figura en el Tríptico otra portada, la de la ópera de Bretón, sin que haya pasado por ninguna mente privilegiada el mutilarla.)
            Después de supervisar las pruebas de imprenta, en las que se habían incorporado estas innovaciones, transcurrido un tiempo, recibí de la editorial varios Trípticos recién editados. Con asombro (y porque no decirlo, con indignación) observé que se habían omitido los párrafos citados; y también que, de la portada, se había eliminado el nombre del autor (por casualidad mi nombre) y el título del libro, dejando fuera de contexto la acuarela. Y esto sin previo aviso ni consulta, porque el responsable de la mutilación se temía (y hubiese atinado) que no iba a consentir dichas supresiones. No creo que esta actitud sea precisamente un ejemplo de juego limpio.
            Como explicación, entre otras excusas pueriles, se me dice que con la inclusión de lo que pido, se me hace publicidad “gratuita”. De lo que puede deducirse y sacarse la conclusión de que alguien piensa que eso no “debe” de consentirse, porque existe el ¡¡peligro!! de que se venda algún libro.
            ¿No es esto ¾además de una injusticia¾ un contrasentido, cuando la consigna es promocionar todo lo de Calatayud, por todos los medios posibles? ¿Y qué mejor cosa que se lleven de nuestra ciudad un libro sobre “La Dolores”, o que se quede aquí, porque es un recuerdo permanente, susceptible de ser prestado o comentado, por lo que la publicidad de Calatayud sería más completa y duradera? Pero no señor, aquí somos así de ..., de especiales.
            Y como no tengo ganas de discutir ni de perder el tiempo, la cuestión la tengo muy clara: Si inmediatamente ¾ahora mismo¾, no se me da por escrito la autorización para introducir en el Tríptico las modificaciones que sugiero, no deseo que se siga usando mi texto y mis ilustraciones.
            Y como supongo que se tendrá que elaborar otro tríptico que sustituya al actual, advierto que si se incluye en él algo de lo que tengo publicado ¾y, por consiguiente protegido por el Derecho de Propiedad Intelectual¾, exigiré que se cite el nombre del autor y la procedencia. Y va a resultar, entonces, peor el remedio que la enfermedad.
            ¿Qué es lo que he hecho para que se me trate de esta manera, haciéndome perder un tiempo que podría emplear en menesteres más productivos? ¡Ah, y por supuesto, daré a conocer estas barbaridades que se cometen conmigo! ¡Buen premio se me otorga, como compensación para tanto esfuerzo como llevo realizado!
                                                          
                                                                                 
                                                                       Antonio Sánchez Portero

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